Nunca supe cómo pude llegar a amarte
Siendo tú, poderoso frente a la estirpe
Ya no creo en la brutalidad de tu omnipresencia,
Ni en la sangre que embriaga nuestras
carnes,
Ni en la sutil luz de tu regazo
Cada instante que el viento pule con
simpleza,
Cual vil metáfora para que me comprendas,
Entiendo que la inmortalidad no es uno
de tus sueños.
Deidad, Karla.