Tato
Entre tanta gente ella
me vio
Yo no comprendí, pero
estuve de acuerdo.
Te he visto leyendo
muchos libros,
la gente inteligente
lee libros.
soy inteligente, porque leo libros.
Noto que siempre vas
bien afeitado,
los hombres guapos van
afeitados.
soy guapo, porque voy afeitado.
Siempre pagas la cuenta
tú,
la gente buena es
generosa.
soy bueno, porque soy generoso.
Inteligente, guapo y
bueno
sonaba bien, me gustaba
ser así.
Ella me había descubierto.
Yo también te amo,
porque eres
inteligente, guapo y
bueno.
No tuve dinero para
pagar la cuenta,
Ni tuve tiempo para
afeitarme,
Ni ánimo para leer
libros.
Pero no me importaba ya
el dinero, las navajas o los libros
inteligente, guapo y
bueno
en realidad eres
estúpido, feo y malo
Pero ya no soy
inteligente, guapo ni bueno
Pasé
de ser el Rey Solitario que deambula por su catillo a oscuras, atormentado por
imaginarios problemas de imaginarios reinos que nunca verá.
A
ser el fiel arlequín dichoso de su sumisión. El sol estallaba en los salones de
mi casa con solo oírte maullar una sonrisa.
Así
pasaban nuestros días más dulces que agrios.
Independiente
como era tu naturaleza felina
era
obvio que no serías reina de un solo arlequín,
muy
poco para ti ¿Cierto?
La
verdad, nunca me importaron mucho tus correrías nocturnas.
Con
tal de que volvieras para el desayuno,
oír
el badajo tañendo agudo por el pasillo era el mayor de los desahogos.
Se
perfectamente lo que decían de ti en barrio,
Todos
te conocían, cómo no, si más de alguna vez amaneciste en la casa de algún
vecino afortunado, al que le dejaste tan solo un cabello dorado en tu huida a
“casa”.
Con
“casa” quiero decir mi casa, que
seguramente para ti no era más que una parada del metro.
Está
bien, te lo perdono.
creo
que nunca dormimos una noche entera juntos,
seguramente
tenías cosas que hacer.
No
importa, también te lo perdono
Lo
que si no te perdono es que me hayas dejado tan pronto.
Tan
solo recibí una llamada una noche cualquiera
para
asistir directamente a tu partida.
Nada
de despedidas, eso no iba contigo.
Nada
de despedidas, y ahora tu cama reposa en mi casa
He
vuelto a deambular a oscuras entre mis cuatro paredes,
Pero
ya no hay Campanita que me despierte de mis ensoñaciones,
Así
que he vuelto a perderme en mis problemas imaginarios de reinos imaginarios que
nunca veré.
Y
a veces, cuando estoy tumbado en el sofá intentando
no
pensar en nada, no puedo evitar que mis divagaciones me conduzcan de vuelta a
ti.
Le
doy una y mil vueltas, pero la pregunta sigue inalterable. A estas alturas ya
creo que ni vale la pena contestarla.
¿Por
qué te marchaste tan pronto? No importa.
Supongo
que, fiel a tu naturaleza errabunda,
Lo
cierto es que ni pista tengo de a qué río subterráneo te fuiste, a buscar quién
sabe qué nuevas aventuras.
Pero
me gusta creer que cuando llegue mi hora
nos
volveremos a encontrar cara a cara
y
nos fundiremos en el abrazo que tantos años separaron;
pero
entonces tus garras me perforarán como el acero
y
mi sangre cubrirá el suelo bajo nuestros pies.
Será
el telón de fondo perfecto para nuestro último y eterno acto.
Y
nuevamente volveré estar contento de mi sumisión,
Contento
de volver a ser el arlequín servicial.
Hasta
entonces, mi querida Campanita,