lunes, 1 de agosto de 2011

Y me miras con ojos encarcelados
Atrapados
Los veo
Pero no quiero verlo

No quiero verlo
No quiero verlos
No quiero verles

No queremos verlos
Nos volvimos ciegos
           Sordos ciegos
Y verles
Y verdes
Y yo cada vez más verde
De aura verde
De veladura de pintor verde

Somos sordos ciegos
Y yo muda
Un no más reverbera en la garganta
Trabado en la lengua tengo un canto
A la no pertenencia
A la carencia siquiera de un pedazo
De tu suelo  
 o cielo
  De algún sitio

Y la perdida incipiente de
la ternura de los no comienzos
Y yo muda y las perdidas macerando
Elevando al máximo el despiste mío

El hombre y yo sentimos
Vergüenza de ser hombres y monos
De ser perdidos
De cargar con ancestros crueles
De depender de homicidas

Desde ahora mis ancestros son las piedras
Son las sombras danzantes
de las cuevas milenarias
proyectadas de fogatas
son las piedras
son las sombras
las mañanas reiteradas

Son los hombres de antaño y
Sus anhelos olvidados
Transfigurados en piedra, fuego
Humo y barro
Helos aquí reencarnados
En el hombre de ojos atrapados
En el hombre y yo cegados
 con los ojos abiertos bajo los párpados
desarmados
desvalidos
despojados de cualquier autoridad

todos ciegos y mudos
y mudos todos
trabadas las lenguas
nos piden que cuadriculemos el espacio
nos piden calcular la disección que segmentamos
convengamos en distinguir la patria es de todos y para todos
y para nosotros una fracción de suelo encementado
un escupo en las pretensiones
de compartir un nuestro
un escupo de los hombres en cruel garabato

y los hombres perdidos perdiendo
desarmando
arrastran pestañas parpadeando
arrastran vicios dopando
el dolor de verse enterrados

si tenemos miedo de morir aplastados
pero de morir
ellos tienen miedo de morir sin dinero
sin dinero y lo guardan para mañana
para las tumbas antipersonales uniformadas
el reduzco de vida a una piedra fechada
mas se pudren, se mezclan, ya no existen de la tierra no emanan

el hombre y yo nos podrimos
te pudres en muerte asegurada
                      comprada
                      ennichada
te reduces y aquel verde también es perdido
y aquel verde perdido también es comienzo
de ternura muda ancestral
porque tus sueños anhelados pasarán
perennes como peumos pasarán

nosotros con los ojos abiertos
podemos querer verles
podemos querer añorarles
anhelar las desarmaduras
las trovaduras de cantos olvidados
danzar sombras de antaño
espero
especulamos el hundimiento titánico
el hombre y yo reencarnados
en monumentos perpetuos pétreos
de ojos destapados
la voz enmohecida de tanta saliva
atrapada escupiendo, reververando

la voz despolvada y la
ternura de un comienzo
fermentado de los callados

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